Bueno, los miserables es un libro que comienza hablando de un obispo (todo situado en 1815) que era muy generoso y bueno y que antes de preocuparse por el, se preocupaba por ayudar a los pobres y a todas aquellas personas que estaban en peores situaciones, este obispo, vivía con su hermana (una solterona) y con su sirvienta, vivían en el que antes era un hospital. Y se la pasa describiendo como era su vida de santidad y totalmente apegada a sus creencias religiosas, un hombre modelo para toda la sociedad que varias veces pensando en los demás paso por serios apuros económicos.
aparece toda una descripción de Jean Valjean, que es un hombre que quería ser bueno, pero es condenado a la prisión por haber robado un pedazo de pan para sus sobrinos que no habían comido en varios días, y por el simple echo de haber intentado escapar varias veces, su condena se estaba haciendo cada vez mas larga, claro, sale 20 años después, pero el hecho de haber estado tanto tiempo en la cárcel, han cambiado su personalidad y se ha vuelto un hombre frió, al salir de la cárcel, pide refugio en la casa del obispo (que ya es arzobispo) y estando ahí, ve las cosas de plata que este tiene en su muy humilde morada y trata de robárselas, la sirvienta, lo descubre y corre a contarle al arzobispo lo que vio, este siendo un hombre tan bueno regaña a su sirvienta, y a Valjean le regala sus cosas de plata y le ayuda a no volver a pisar la cárcel, lo cual causa cierta confusión en Valjean por que no se explica como es que aun tratando de haberle echo un mal al arzobispo, este aun así se preocupa por el y le ayuda.
Crimen y castigo (1866), considerada por la crítica como la primera obra maestra de Dostoievski, es un profundo análisis psicológico de su protagonista, el joven estudiante Raskolnikov, cuya firme creencia en que los fines humanitarios justifican la maldad le conduce al asesinato de un usurero petersburgués. Pero, desde que comete el crimen, la culpabilidad será una pesadilla constante con la que el estudiante será incapaz de convivir. El estilo enfebrecido y compasivo de Dostoievski sigue con maestría única los recovecos de las contradictorias emociones del estudiante y refleja la lucha extrema que libra con su conciencia mientras deambula por las calles de San Petersburgo. Ya en prisión, Raskolnikov se da cuenta de que la felicidad no puede ser alcanzada siguiendo un plan establecido a priori por la razón: ha de ganarse con sufrimiento.